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Dos crisis sanitarias revelan la fragilidad del modelo ganadero industrial y reabren el debate sobre la ganadería ecológica

El reciente brote de peste porcina africana (PPA) en jabalíes de la sierra de Collserola, que ha obligado a cerrar el parque, restringir actividades al aire libre y establecer perímetros de control en 76 municipios, ha abierto de nuevo el debate sobre el riesgo sanitario asociado al modelo ganadero dominante en España.

Mientras tanto, el confinamiento obligatorio de todas las aves de corral criadas al aire libre decretado por el Ministerio de Agricultura para frenar la expansión de la gripe aviar afecta de lleno a miles de explotaciones ecológicas y familiares en todo el país.

Para Espacio Orgánico, ambos episodios son la expresión de un mismo problema de fondo: la vulnerabilidad estructural del sistema de ganadería intensiva y la falta de reconocimiento al papel preventivo de la ganadería ecológica y extensiva.​

Virus en un sistema al límite

El brote de peste porcina africana, el primero detectado en España desde los años noventa, se mantiene de momento restringido a poblaciones de jabalíes, pero ha activado dispositivos excepcionales de vigilancia, despliegue de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y restricciones a actividades de ocio y caza en un amplio perímetro alrededor de Collserola.

Aunque el virus no se transmite actualmente a humanos, su presencia tan cerca de una gran área metropolitana inquieta. El sector porcino teme fuertes impactos económicos por eventuales restricciones comerciales si el virus alcanzara a cerdos domésticos, lo que revelaría de nuevo la enorme exposición del modelo industrial ante enfermedades de rápida propagación.​

En paralelo, el Gobierno ha ordenado el confinamiento de todas las explotaciones de aves de corral al aire libre, incluidas las ecológicas y las de autoconsumo, como medida preventiva frente al avance de la gripe aviar. 

La orden, publicada en el BOE, prohíbe de facto el acceso al exterior de gallinas, patos y otras aves, obliga a separarlas de la fauna silvestre y restringe ferias y mercados con presencia de aves, generalizando las mismas exigencias para microgranjas familiares y para explotaciones con decenas de miles de animales.

Para las granjas ecológicas, que deben garantizar acceso regular al exterior y condiciones de bienestar superiores según el Reglamento (UE) 2018/848 y su normativa de desarrollo, este confinamiento cuestiona el sentido del sello ecológico y genera incertidumbre sobre la percepción del consumidor respecto a la coherencia del sistema.​

Los sistemas más ecológicos, los más penalizados

Las dos crisis apuntan a una paradoja evidente: los modelos que más dependen del confinamiento masivo, la homogeneización genética y las altas densidades son los principales impulsores de riesgos sanitarios, mientras que las medidas de control se aplican sin apenas distinguir entre producción industrial y ecológica.

Espacio Orgánico recuerda que la ganadería ecológica y extensiva trabaja con menor densidad animal, acceso a pastos ecológicos certificados, integración en el territorio y una gestión más ligada a los ciclos naturales, factores que reducen la presión epidemiológica y mejoran el bienestar animal. 

Sin embargo, las normativas de emergencia tienden a tratar por igual a una pequeña explotación rural con unas pocas decenas de aves o cabezas de ganado y a infraestructuras intensivas, trasladando buena parte de la carga del ajuste al eslabón más frágil de la cadena.​

Para Espacio Orgánico, estas crisis deben leerse desde el enfoque de “una sola salud”, que integra la salud humana, animal y ambiental en un mismo marco de análisis. 

El avance de enfermedades en fauna silvestre y ganadería intensiva está ligado a factores como la destrucción de hábitats, la concentración de animales en espacios reducidos y la desconexión entre sistemas productivos y ecosistemas locales. 

Frente a respuestas centradas casi exclusivamente en la bioseguridad técnica y el confinamiento, la empresa defiende políticas que promuevan una transición real hacia modelos ganaderos que reduzcan los riesgos en origen, apuesten por la diversidad productiva y fortalezcan los territorios rurales.​

“Lo que llamamos crisis sanitarias son, en realidad, síntomas de un modelo alimentario que ha estirado demasiado los límites ecológicos”, señala Espacio Orgánico. “Si las soluciones se limitan a encerrar más animales y homogeneizar aún más la producción, seguiremos gestionando emergencias en lugar de prevenirlas. La ganadería ecológica demuestra que es posible producir alimentos de origen animal con menos densidad, más bienestar y mayor resiliencia”.

El papel del consumidor consciente

Espacio Orgánico subraya que el consumidor también forma parte activa de esta ecuación, especialmente en contextos de tensión de precios y de incertidumbre normativa. La preferencia por productos procedentes de ganadería ecológica y extensiva, el apoyo a redes locales de distribución y la demanda de transparencia sobre el origen de la carne y los huevos envían señales claras a toda la cadena de valor.

Pero la responsabilidad no puede recaer solo en el consumidor: se necesitan marcos regulatorios que diferencien entre modelos productivos, incentiven la reducción de la intensidad ganadera y prioricen la protección de quienes ya trabajan con mayores estándares ambientales y de bienestar.​

Espacio Orgánico pone sus canales de comunicación y su red de productores a disposición de medios, administraciones y organizaciones sociales para contribuir a un debate informado sobre el futuro de la ganadería en España.

A juicio de la entidad, la PPA en Collserola y el confinamiento de aves no son episodios aislados, sino “oportunidades urgentes” para orientar políticas públicas, decisiones empresariales y hábitos de consumo hacia un sistema agroalimentario más justo, sano y ecológico.

Si queréis conocer cómo se trabaja en una granja ecológica podéis ver este reportaje sobre uno de nuestros productores, Pedaque:



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