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El gran reto de reducir el impacto del plásticos

Cada 5 de junio, el planeta entero celebra el Día Mundial del Medio Ambiente. Es una fecha que no solo conmemora la historia de la conciencia ambiental, sino que nos invita a reflexionar y, sobre todo, a actuar. En 2025, el lema elegido por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) es muy concreto: “Poner fin a la contaminación por plásticos”.

Este mensaje, lejos de buscar la alarma o la prohibición, nos llama a la educación, la reflexión crítica y la búsqueda colectiva de soluciones (ecológicas a poder ser, claro). En Espacio Orgánico, creemos que hay que mirar de frente el problema del plástico, conocer sus cifras reales y comprometernos con un cambio de hábitos con el objeto de que el problema se solucione.

Un día para la Tierra… en peligro de “plastificación”

El origen del Día Mundial del Medio Ambiente se remonta a 1972, cuando la ONU, preocupada por el deterioro ambiental, la acumulación de residuos y la pérdida de ecosistemas, decidió instaurar esta jornada. El 5 de junio conmemora la Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Humano, el primer gran encuentro internacional donde se reconoció que el desarrollo económico no podía seguir avanzando a costa del planeta. Desde entonces, cada año millones de personas, instituciones, empresas y comunidades educativas se unen para promover la protección de la Tierra, promoviendo actividades como la reforestación, la limpieza de entornos naturales y, sobre todo, la educación ambiental orientada a estilos de vida más ecológicos.

El plástico ha sido uno de los grandes inventos del siglo XX. Su ligereza, durabilidad y bajo coste lo convirtieron en una “revolución” para la ciencia, la medicina, la tecnología y la vida cotidiana. Pero su uso desmedido y la falta de una gestión adecuada han generado una crisis ambiental sin precedentes. Cada año se producen más de 460 millones de toneladas métricas de plástico (datos de 2019, PNUMA), una cifra que sigue creciendo y que, según previsiones, podría superar los 500 millones de toneladas en los próximos años.

Lo más preocupante es que hasta el 50% de todo el plástico producido cada año se fabrica como producto de un solo uso: envases, bolsas, botellas, cubiertos y envoltorios que, tras unos minutos de utilidad, pueden permanecer en “formato residuo”en el planeta durante siglos. Desde 1950 hasta hemos producido más de 10.500 millones de toneladas métricas de plástico, de las cuales alrededor de 7.000 millones ya se han convertido en residuos. Solo una fracción mínima se recicla de manera efectiva.

Plástico en los océanos: Herencia tóxica

Uno de los mayores problemas del plástico es su destino final. Se estima que entre 75 y 199 millones de toneladas de residuos plásticos ya flotan en nuestros océanos, y cada año se suman unos 15 millones de toneladas más. Este flujo constante es simplemente excesivo para las infraestructuras actuales de gestión y reciclaje de residuos.

El resultado es devastador: La contaminación por plásticos impregna cada centímetro del océano, desde las botellas flotando en la superficie hasta los microplásticos presentes en la cadena alimentaria. Un ejemplo emblemático es el Gran Parche de Basura del Pacífico, un monolito de contaminación que contiene 1,8 billones de trozos de plástico y cubre una superficie dos veces el tamaño de Texas.

Ver vídeo Gran mancha de basura en el pacífico

El plástico no desaparece, solo se fragmenta. Con el tiempo, se degrada en partículas cada vez más pequeñas llamadas microplásticos (menos de 5 mm) y nanoplásticos (menos de 1 micra). Estas diminutas partículas ya han sido detectadas en el agua potable, en los alimentos, en el aire que respiramos e incluso en la sangre, la placenta y los pulmones humanos. Los microplásticos se han colado en todos los eslabones de la cadena alimentaria, desde la vida marina hasta nosotros mismos. Están, por ejemplo, como hemos contado en otras ocasiones, en los utensilios de cocina.

La contaminación plástica afecta a más de 700 especies marinas y terrestres. Se estima que más de un millón de animales marinos mueren cada año debido a la contaminación por plásticos, incluyendo tortugas, aves, peces y mamíferos. Muchos de estos animales confunden los plásticos con alimento, lo que les provoca asfixia, obstrucción intestinal, desnutrición y, en muchos casos, la muerte. Además, los microplásticos pueden actuar como vectores de contaminantes químicos, agravando aún más su impacto en la fauna.

Costes ecológicos, económicos y sociales

La contaminación por plásticos no solo es un problema ambiental, sino también económico. Según el PNUMA, los daños a los ecosistemas marinos causados por los plásticos ascienden a 100.000 millones de dólares anuales. Esto afecta a sectores clave como la pesca, el turismo y la salud pública, generando un círculo vicioso de pobreza y degradación ambiental, especialmente en las comunidades costeras más vulnerables.

Y es que el plástico puede tardar hasta 500 años en degradarse. Durante ese tiempo, se fragmenta pero nunca desaparece por completo. Esto significa que el plástico que usamos hoy seguirá en el planeta durante generaciones, contaminando suelos, ríos y mares.

El problema no es solo la cantidad de plástico, sino cómo lo consumimos y, sobre todo, cómo lo descartamos. La mayoría de los plásticos de un solo uso no se reciclan, sino que terminan en vertederos, incineradoras o directamente en la naturaleza. Las infraestructuras de reciclaje actuales son incapaces de gestionar el volumen creciente de residuos plásticos.

En 2018, empresas y gobiernos de todo el mundo firmaron el Compromiso de la Nueva Economía Mundial de los Plásticos, prometiendo que para 2025 todos los envases de plástico serían 100% reutilizables, reciclables o compostables. Sin embargo, un informe reciente de la Fundación Ellen MacArthur y el PNUMA revela que es muy probable que este compromiso no se cumpla, debido a la falta de avances reales en la reducción y gestión de plásticos.

Repensar el diseño y el consumo

El reto no es solo reducir el uso de plásticos, sino transformar la manera en que los producimos, consumimos y gestionamos. La economía circular propone un modelo en el que los materiales se reutilizan, rediseñan y reciclan, minimizando el desperdicio y el impacto ambiental.

                 Reducción: Evitar el uso innecesario de plásticos, especialmente los de un solo uso.

                 Reutilización: Apostar por productos duraderos y reutilizables, como botellas, bolsas y envases.

                 Reciclaje: Mejorar los sistemas de recogida y reciclaje, e invertir en tecnologías que permitan reciclar plásticos complejos.

                 Innovación: Desarrollar materiales alternativos biodegradables o compostables, y fomentar el ecodiseño.

El Día Mundial del Medio Ambiente es una oportunidad para educar, especialmente a niños y jóvenes, sobre la importancia de cuidar el planeta. Actividades como la limpieza de entornos naturales, la creación de murales y campañas de sensibilización, o la investigación sobre materiales alternativos, son herramientas poderosas para fomentar una cultura de respeto y responsabilidad ambiental.

Celebrar este día es también una oportunidad para enseñar que las pequeñas decisiones -usar una botella reutilizable, reparar objetos antes de desecharlos, reducir nuestro consumo de cosas superficiales o entender cómo funciona el reciclaje- tienen un impacto real.

Ideas para colegios y familias

El entorno escolar es un espacio privilegiado para sembrar la semilla del cambio. Os dejamos aquí algunas ideas inspiradoras para trabajar el tema del plástico en clase y en casa:

                 Plástico cero: Invita a los niños y niñas a imaginar cómo reemplazarían los plásticos de un solo uso en su vida diaria. ¿Qué usarían en vez de pajitas, bolsas o envoltorios? Pueden crear un mural con sus ideas y comprometerse con pequeñas acciones para reducir el plástico en casa y en el cole.

                 Una pesca diferente. Llena una piscina con agua y coloca residuos junto con animales marinos de juguete. Explica que el océano está en peligro por la contaminación plástica y que su misión es liberar a los animales de los residuos. Con una red, deben “pescar” los objetos y decidir si es basura o un animal.

                 La Copa del Océano Limpio. Organiza un concurso de ideas para eliminar los plásticos del mar. Los equipos de niños investigan por qué el plástico es un problema en cada entorno y proponen soluciones creativas: máquinas limpiadoras, redes mágicas, peces que comen plástico, materiales biodegradables… todo vale si es inspirador.

                 Canciones contra el plástico. Anima a crear rimas, canciones o mini obras de teatro que propongan ideas para reutilizar el plástico y buscar alternativas. Puede ser un rap, una poesía o una canción. El objetivo es aprender jugando.

Como ciudadanos/as también podemos hacer cosas interesantes y comprometidas:

                 Elige productos con menos embalaje plástico.

                 Utiliza bolsas, botellas y envases reutilizables, y acude a tu tienda con tu bolsa para la compra, que puede ser de tela.

                 Separa correctamente los residuos y participa en programas de reciclaje.

                 Informa y educa a tu entorno sobre el problema de los plásticos.

                 Participa en jornadas de limpieza y actividades comunitarias.

                 Exige a las empresas y gobiernos la adopción de políticas de reducción y gestión responsable de plásticos.

                 Apoya iniciativas de economía circular y de innovación en materiales ecológicos.

                 Promueve la legislación que limite el uso de plásticos de un solo uso y fomente el reciclaje.

 

Inspiración para el cambio

                 Países como Kenia y Ruanda han prohibido las bolsas plásticas de un solo uso, logrando una reducción significativa de residuos en sus ciudades y entornos naturales.

                 La Unión Europea ha implementado directivas para eliminar progresivamente los plásticos de un solo uso y fomentar el ecodiseño.

                 Empresas innovadoras están desarrollando envases biodegradables a partir de algas, hongos y otros materiales orgánicos, como los que ya usamos en Espacio Orgánico.

Estos ejemplos demuestran que es posible avanzar hacia un mundo sin contaminación por plásticos, siempre que exista voluntad política, innovación y participación ciudadana.

En Espacio Orgánico creemos que el cambio empieza en lo cotidiano: en la forma en que elegimos, consumimos y nos relacionamos con nuestro entorno. Este 5 de junio, sumémonos a la misión de poner fin a la contaminación por plásticos y celebremos el compromiso de cuidar la Tierra, hoy y todos los días.


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