Los datos oficiales no engañan. Pocas personas saben que España ocupa el segundo lugar en la venta de plaguicidas dentro de la Unión Europea, tras haber sido el primero en 2021. Esta caída se debe a un descenso del 26% en las ventas, provocado no por políticas de reducción, sino por una severa sequía y por la prohibición de ciertos pesticidas en la UE.
Tóxicos hasta en la sopa
Cada año, la organización Ecologistas en Acción publica un informe titulado “Directo a tus hormonas” que revela la situación de los residuos de plaguicidas en nuestros alimentos. En el 2022, se encontraron restos de 106 pesticidas en los productos alimenticios vendidos en España , tanto locales como importados. Y el 36% de las muestras estaban contaminadas por uno o más de estos productos potencialmente tóxicos; un porcentaje que se elevaba al 43% en frutas y verduras.
Este informe analiza 1.743 muestras de alimentos, a partir de los estudios realizados por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), de ahí lo de los datos oficiales que comentamos al principio. El análisis se centra en tres grupos de sustancias muy peligrosas : las que no están autorizadas, las que se plantean sustituir por su alta toxicidad y las disruptoras endocrinas, que alteran nuestro sistema hormonal.
Un dato preocupante es que el número de muestras analizadas por la AESAN ha disminuido con el tiempo, situando a España en una de las últimas posiciones de la UE, con solo 3,61 muestras por cada 100.000 habitantes. Esto es claramente insuficiente considerando la cantidad de plaguicidas que contienen nuestros alimentos .
En total, se han detectado 59 plaguicidas con propiedades disruptoras endocrinas, 32 que no están permitidos en la UE y 17 que deberían ser reemplazados debido a sus efectos indeseables, como ser cancerígenos o tóxicos para la reproducción. Aunque en el 99% de los casos los niveles de residuos no superaban los límites legales, es fundamental revisar estos límites, ya que estos no consideran que muchos disruptores hormonales son nocivos en dosis muy bajas. Además, no tienen en cuenta el efecto combinado de diversos productos químicos -el denominado “efecto cóctel”-, lo que representa un riesgo grave para la seguridad alimentaria , algo que la comunidad científica ha advertido en numerosas ocasiones.
Muchos residuos en un solo alimento
Resulta alarmante que en un 22% de los casos, un solo alimento presente residuos de múltiples pesticidas; un caso extremo es el de una muestra de pera que contenía restos de hasta nueve sustancias diferentes . Esto también pone en peligro la salud de los trabajadores agrícolas que, a menudo, no cuentan con la protección adecuada (en Espacio Orgánico nos importa mucho este aspecto pues nos nutrimos literalmente de los pequeños productores locales).
Por si fuera poco, el uso de estas sustancias químicas afecta de manera negativa el entorno natural, perjudicando seriamente la biodiversidad . También es importante mencionar que la AESAN no realiza análisis de algunos plaguicidas comunes, como el glifosato, que ocupó el segundo lugar en ventas en España en 2022, lo que subraya la dependencia del país de los pesticidas, un sistema que pone en riesgo tanto la salud humana como la del medio ambiente .
Un futuro más saludable
Ecologistas en Acción señala que es vital que la Agencia Española de Seguridad Alimentaria supervise mejor los productos que consumimos, aumentando tanto la cantidad de muestras analizadas como el número de plaguicidas en cada una de ellas, incluyendo aquellos que realmente se utilizan en la agricultura. Además, el Ministerio de Agricultura necesita cambiar su enfoque y promover productos locales que sean saludables y ecológicos , asegurando así un futuro digno para los agricultores y ganaderos.
Siempre mejor BIO
En un mundo donde nuestras elecciones tienen un impacto directo en el medio ambiente, optar por alimentos ecológicos se convierte en un acto de amor hacia nuestro planeta y nuestra salud. Los productos BIO no solo son más frescos y sabrosos, sino que también están cultivados sin pesticidas ni químicos sintéticos, lo que significa que estamos haciendo una elección más responsable y sostenible. Y además tienen más nutrientes, como documenta bien la investigadora Dolores Raigón.
Al consumir alimentos ecológicos, apoyamos a los agricultores que practican técnicas sostenibles, preservamos la biodiversidad y fomentamos una agricultura que respeta los ciclos naturales. Cada bocado que elijamos de manera consciente es una afirmación de nuestro compromiso con un futuro más saludable.
¡ Bon appétit ecológico!
Directo a tus hormonas: La cantidad de pesticidas que tiene la comida en España