Un estudio publicado en el European Journal of Pediatrics analizó más de 800 productos alimentarios infantiles, incluyendo purés, lácteos, snacks y bebidas. Los resultados son preocupantes: El 80% de estos productos no son adecuados desde el punto de vista nutricional y no deberían ser promocionados para su venta. Esta cifra nos obliga a reflexionar sobre el tipo de alimentación que estamos ofreciendo a la infancia y sobre el papel que juegan las grandes marcas en la configuración de los hábitos alimentarios de nuestros hijos.
Azúcares ocultos y etiquetas engañosas
Uno de los problemas más graves detectados es el elevado contenido de azúcares añadidos, a menudo camuflados bajo la forma de zumos concentrados o ingredientes con nombres poco claros. Además, muchos productos presentan un bajo aporte calórico y una escasa densidad energética, lo que significa que no aportan los nutrientes necesarios para el desarrollo saludable de los niños.
Las etiquetas, lejos de ser una herramienta de información, se convierten en un instrumento de marketing que induce a error: en los envases abundan nombres confusos como “ternera con zanahoria” cuando la ternera es un ingrediente minoritario, mensajes como “sin azúcares añadidos” o afirmaciones de salud sin base científica.
La consecuencia directa de estas prácticas es la generación de una falsa percepción de calidad. Muchas familias, preocupadas por ofrecer lo mejor a sus hijos, confían en productos que, en realidad, no cumplen con los criterios establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para una alimentación infantil saludable.
La OMS recomienda lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses, seguida de una alimentación complementaria variada y nutritiva sin azúcares ni sal añadidos, y aconseja evitar alimentos ultraprocesados, entre otras medidas.
Esta situación que describimos no solo pone en riesgo la salud de los más pequeños, sino que perpetúa un modelo alimentario desconectado de lo natural, lo ecológico y lo verdaderamente nutritivo.
La voz de la ciencia
Paulina Maria Leszczynska, primera autora del estudio de la Universidad Rovira i Virgili (URV) , lo resume con claridad: “Muchos de estos productos generan una falsa percepción de calidad, cuando en realidad no son adecuados según la OMS para el desarrollo saludable de los niños”. Por su parte, Nancy Babio, investigadora principal del proyecto, advierte: “No podemos permitir que los intereses comerciales prevalezcan sobre la salud infantil. Es imprescindible contar con una normativa clara, vinculante y basada en evidencias científicas que proteja a la población más pequeña”.
El trabajo que citamos ha sido realizado por un equipo multidisciplinar del Departamento de Bioquímica y Biotecnología de la URV, con la colaboración de expertas de la Universidad de Leeds, quienes desarrollaron la herramienta Nutrient and Promotion Profile Model Calculator utilizada para evaluar el rendimiento nutricional y promocional de los productos infantiles según el modelo de la OMS.
Actualmente, la publicidad de alimentos en España se rige por el denominado Código PAOS, un sistema de autorregulación voluntaria que carece de mecanismos sancionadores efectivos. Esto significa que las empresas pueden seguir promocionando productos inadecuados sin temor a consecuencias legales, perpetuando así la desinformación y el consumo de alimentos poco saludables entre la población infantil.
En 2022, el Ministerio de Consumo propuso un Real Decreto para regular la publicidad de alimentos y bebidas dirigidos a los niños, tomando como base los criterios de la OMS. Sin embargo, la tramitación del texto sigue bloqueada, a la espera de ser aprobada por el Consejo de Ministros. Mientras tanto, la salud de los más pequeños continúa en riesgo y las familias siguen expuestas a mensajes publicitarios engañosos.
Alimentación ecológica: una alternativa necesaria
Ante esta situación, el equipo investigador ha hecho un llamamiento urgente al Gobierno para que apruebe sin más demora el Real Decreto de regulación de la publicidad de alimentos infantiles y prohíba la promoción de productos no adecuados para menores de 3 años, especialmente aquellos con excesos de azúcar o afirmaciones engañosas.
En Espacio Orgánico defendemos que alimentar y cuidar a los más pequeños con productos ecológicos va mucho más allá de lo puramente saludable: es una labor educativa que enseña a los niños a colaborar con la naturaleza y a respetar su propio cuerpo. Los productos BIO, libres de pesticidas y aditivos artificiales, aportan nutrientes de calidad, en mayor cantidad, y contribuyen a la sostenibilidad del planeta.
La semilla de la buena o mala salud de un adulto se siembra durante la infancia. Lo que los niños ingieren a través de la alimentación, lo que entra en contacto con su piel y los productos de higiene que utilizan condicionan su energía, resistencia a enfermedades y bienestar futuro. Por eso, es fundamental apostar por una alimentación ecológica, variada y equilibrada desde los primeros años de vida.
Cómo elegir alimentos infantiles saludables: claves para las familias
Leer etiquetas con espíritu crítico:
•No te dejes engañar por mensajes como “sin azúcares añadidos” o “rico en vitaminas”. Lee la lista de ingredientes y verifica la proporción de cada uno.
•Desconfía de los nombres de productos que sugieren la presencia de ingredientes principales que en realidad son minoritarios.
•Opta por productos con listas de ingredientes cortas y reconocibles, evitando aditivos, colorantes y conservantes innecesarios.
Priorizar lo natural y lo ecológico:
•Elige alimentos frescos, de temporada, lo más próximos a tu lugar de residencia y, siempre que sea posible, de origen ecológico.
•Prefiere purés y papillas caseras elaboradas con ingredientes naturales, sin azúcares añadidos ni sal.
•Consulta con profesionales de la nutrición infantil para resolver dudas y adaptar la alimentación a las necesidades específicas de cada niño.
Fomentar la educación alimentaria:
•Involucra a los niños en la preparación de los alimentos y explícales el origen de cada ingrediente.
•Enseña a diferenciar entre alimentos reales y ultraprocesados, fomentando el consumo de frutas, verduras, legumbres y cereales integrales.
•Promueve hábitos de vida saludables que incluyan actividad física, descanso adecuado y contacto con la naturaleza.
Más allá del beneficio económico
Las empresas que producen y comercializan alimentos infantiles tienen la responsabilidad ética de priorizar la salud de los niños por encima del beneficio económico. Esto implica no solo cumplir con la normativa vigente, sino ir más allá: apostar por ingredientes de calidad, procesos de producción lo más ecológicos posible y una comunicación honesta y transparente con las familias.
La transparencia en el etiquetado, el uso de ingredientes ecológicos y la colaboración con profesionales de la salud son pasos fundamentales para recuperar la confianza de los consumidores y contribuir a la construcción de una sociedad más sana y consciente.
Es imprescindible que las instituciones públicas establezcan una normativa clara, vinculante y basada en la evidencia científica para regular la publicidad y la composición de los alimentos infantiles. Solo así se podrá proteger de manera efectiva a la población más vulnerable y garantizar el derecho de las familias a una información veraz y completa.
Fomentar la producción y el consumo de alimentos ecológicos de proximidad es una estrategia clave para mejorar la calidad de la alimentación infantil y promover la sostenibilidad ambiental y social.
¿Qué comen nuestros hijos?