Muy interesante lo que cuenta eldiario.es: El agua de las nubes no se libra de la contaminación por químicos tóxicos. En concreto por compuestos sintéticos perfluoroalquilados, más conocidos como PFAS o “productos químicos eternos” (forever chemicals). Su principal característica es que no se degradan. La ventaja que la industria vio en estas cadenas de carbono y flúor desde la creación del teflón en 1938 se ha convertido en uno de los grandes problemas medioambientales. Y es que no solo están en todos los rincones del planeta y tardarán siglos en desaparecer, sino que entran en nuestro cuerpo a través del agua y los alimentos y pueden dañar nuestra salud.
Estudios científicos
Los estudios científicos de la última década han revelado que los PFAS “se relacionan con el debilitamiento del sistema inmunitario, daños hepáticos, aumento del nivel de colesterol, disminución del peso al nacer, cáncer de riñón y testículos y alteraciones endocrinas”, entre otros muchos efectos.
Y gracias a las denuncias ante la justicia de ciudadanos afectados por la contaminación sabemos que las empresas que crearon estas sustancias habían hecho pruebas que mostraban la toxicidad de estos productos, pero ocultaron sus resultados durante años.
El citado periódico entrevista a la persona que quizá conozca mejor estos productos, Kris Hansen, una de las científicas que trabajaba en aquellos laboratorios, y que fue apartada de su trabajo por sus hallazgos sobre los daños que provocan los PFAS. Mientras trabajaba como química para la compañía 3M en Estados Unidos, Hansen descubrió en 1997 que los compuestos perfluoroalquilados estaban presentes en muestras de sangre de personas de todo el país que no tenían ninguna relación ni proximidad con la fábrica en la que producían estas sustancias, además de en la cadena alimentaria y los ecosistemas.
PFAS en todas las muestras de sangre
Hansen documenta el nivel de contaminación por estas sustancias al que estamos sometidos: “Me di cuenta de que había restos de PFAS en todas las muestras de sangre que tenía de la población procedente de todo Estados Unidos” (…) “hicimos tests en sangre que había sido recogida en 1950 y en esas muestras no había PFAS. Eso fue una información muy útil, porque nos mostraba que los PFAS que estaba viendo en la sangre eran reales y que fue la comercialización de estos productos lo que realmente contaminó todas las otras muestras”.
Os aconsejo que leáis entera la entrevista pues es la historia de una empleada de una gran empresa que hace un descubrimiento tremendo y que es perseguida para intentar ocultar sus hallazgos.
Os aconsejo también leer esta investigación transnacional que muestra el mapa de su presencia en toda Europa.
¿Dónde se encuentran los PFAS?
Y claro, os preguntaréis que dónde se encuentran los PFAS. Pues tristemente están en todas partes, porque no se degradan, se van acumulando en el medio ambiente y el organismo. Entran por los alimentos, el agua del grifo, al respirar el polvo de las casas. Los PFAS son compuestos irrompibles que hacen que las sartenes sean antiadherentes, la ropa impermeable, se usan en electrónica y construcción. Hacen que el huevo no se pegue a la sartén, que el mantel o la tapicería no se manchen, que la lluvia no traspase la ropa o el calzado, que la espuma de los extintores atrape el fuego. Se utilizan desde hace décadas para la fabricación de infinidad de materiales y productos como el teflón, el Gore-Tex, prendas y zapatillas deportivas, bolsas de palomitas para el microondas o cajas para pizzas, implantes o refrigerantes.
¿Qué podemos hacer?
Y ¿qué podemos hacer nosotros? Bueno, lo más básico es alimentarnos ecológicamente que eso es lo que os ofrecemos en Espacio Orgánico, claro. Y apostar por productos que no contengan PFAS, por ejemplo, sartenes sin esta sustancia para que nuestros alimentos no se contaminen. O utilizar utensilios de cocina de madera. A la hora de elegir la ropa tener esto en cuenta pues hay alternativas como el algodón ecológico por ejemplo. Creo que esa bueno que tomemos conciencia de los múltiples contaminantes con los que convivimos para ir sustituyéndolos poco a poco y limitar así su acción.
PFAS: El contaminante “eterno” con el que puedes estar cocinando