El agua de mar ha sido reconocida por sus propiedades beneficiosas a lo largo de la historia. Su uso se remonta a la antigüedad, cuando se le atribuían cualidades curativas y de bienestar. En la actualidad, su consumo se ha popularizado, especialmente por su rica composición mineral. Sin embargo, es fundamental entender cómo tomarla correctamente para evitar potenciales riesgos.
Orígenes del consumo de agua de mar
El consumo de agua de mar se remonta a civilizaciones antiguas, donde se le atribuyeron propiedades curativas. Ya en la Grecia clásica, pensadores como Eurípides e Hipócrates mencionaron sus efectos sobre diversas enfermedades. Estos mencionaron que la ingestión de agua de mar podía contribuir a la salud y bienestar de los individuos.
Hipócrates observó que:
El agua de mar reduce la hinchazón y alivia el dolor en heridas de las manos.
Los baños de agua de mar tratan erupciones cutáneas pruriginosas (eccemas) y heridas simples o llagas no infectadas.
El agua de mar, tanto fría como caliente, detiene la evolución perniciosa de úlceras cutáneas.
Recomendaba el agua marina para aliviar el dolor lumbar y las piernas cansadas.
Eurípides afirmó que:
"El agua del mar lava las enfermedades del ser humano".
"El agua de mar cura todos los males del hombre".
Estas frases puede que sean un poco exageradas, pero ambos reconocieron el poder curativo de las aguas marinas para diversas afecciones, especialmente relacionadas con la piel y el alivio del dolor.
Las culturas mediterráneas, en particular, emplearon el agua de mar en prácticas medicinales, utilizando su riqueza mineral en tratamientos de diversas dolencias. En tiempos más recientes, la búsqueda de tratamientos naturales revitalizó el interés por esta práctica.
René Quinton y la terapia marina
El verdadero impulso científico en el uso del agua de mar como terapia se debe al médico francés René Quinton. A finales del siglo XIX, Quinton llevó a cabo una serie de investigaciones que revelaron la sorprendente similitud entre la composición del agua de mar y el plasma sanguíneo humano. Esta correlación provocó un cambio paradigmático en la medicina de la época.
Quinton desarrolló la terapia marina, que busca restaurar el equilibrio interno del organismo mediante la administración de agua de mar. Su ingente trabajo culminó en el tratamiento de diversas afecciones de salud, desde problemas digestivos hasta trastornos metabólicos.
En 1904, Quinton estableció los “Dispensarios marinos”, donde se asesoraba sobre el uso terapéutico del agua de mar para diferentes patologías. Estos dispensarios funcionaron en varias ciudades europeas, y su enfoque integrador sentó las bases para diversos tratamientos naturales.
El galeno realizó varios descubrimientos científicos importantes sobre el agua de mar y sus efectos terapéuticos, respaldados por evidencia experimental y clínica:
Descubrió inicialmente 15 elementos de la tabla periódica en el agua de mar, añadiendo otros cinco posteriormente.
En 2007, la Universidad de Alicante confirmó la presencia de 78 elementos de la tabla periódica en el agua de mar.
Por su similitud con el plasma sanguíneo realizó experimentos con animales, como el caso del perro “Sodium”, que fue revivido tras una desangramiento total mediante inyecciones de agua de mar que aumentaron y mucho sus niveles de glóbulos rojos, glóbulos blancos y hemoglobina.
Documentó casos de curación de enfermedades graves como tifus, cólera, tuberculosis y malnutrición en niños y adultos utilizando tratamientos con agua de mar.
Además, el Dr. Wilmer Soler, de la Universidad de Antioquia, realizó al menos seis estudios científicos publicados sobre el uso terapéutico del agua de mar, demostrando su inocuidad para las células sanguíneas y el genoma humano.
Composición y propiedades del agua de mar
La composición del agua de mar incluye más de 90 elementos de la tabla periódica. Entre estos, se destacan los siguientes minerales esenciales:
Sodio (Na): Es el mineral predominante, crucial para mantener el equilibrio de los fluidos corporales.
Cloro (Cl): Junto con el sodio, forma parte del cloruro sódico, fundamental para la regulación del balance osmótico.
Magnesio (Mg): Participa en numerosos procesos enzimáticos y es esencial para la función muscular y nerviosa.
Calcio (Ca): Importante para la salud ósea y la armonización de la función cardiovascular.
Potasio (K): Esencial para el correcto funcionamiento de las células, especialmente en lo que respecta a la actividad eléctrica del corazón.
Además de estos minerales, el agua de mar contiene oligoelementos en trazas que son vitales para el organismo. Elementos como el yodo, hierro y cobre son necesarios para diversas funciones fisiológicas, como la regulación hormonal y la producción de glóbulos rojos.
La clasificación del agua de mar también se puede realizar en función de su concentración de sal. El agua isotónica tiene una concentración de sal similar a la del plasma sanguíneo (aproximadamente 9 g/l), mientras que el agua hipertónica tiene una concentración mucho mayor, que puede ser de hasta 36 g/l.
La elección entre agua isotónica e hipertónica dependerá de las necesidades específicas de hidratación y equilibrio electrolítico del organismo. El agua isotónica es ideal para la rehidratación, mientras que el agua hipertónica puede ser útil en situaciones específicas, pero siempre debe consumirse con precaución.
El agua de mar también presenta propiedades alcalinizantes que pueden ser beneficiosas para el organismo. Estas propiedades ayudan a neutralizar los ácidos en el cuerpo, lo que podría ser relevante en la prevención de enfermedades que prosperan en ambientes ácidos.
Por otro lado, el agua de mar contiene antioxidantes naturales, los cuales ayudan a combatir el daño celular producido por los radicales libres. Esta característica puede ser particularmente interesante para quienes buscan cuidar su salud a largo plazo y prevenir el envejecimiento prematuro.
Cómo tomar agua de mar
El consumo de agua de mar requiere atención y cuidados especiales. Conociendo su correcta utilización, es posible maximizar sus beneficios y minimizar riesgos para la salud. Es fundamental asegurarse de que el agua de mar provenga de fuentes limpias y no contaminadas. El agua recolectada directamente del océano puede contener microorganismos patógenos y contaminantes. Por eso, se recomienda adquirir agua de mar que haya sido procesada adecuadamente, que haya sido filtrada y purificada para garantizar su seguridad y calidad.
El agua de mar tiene una salinidad que supera con creces la de nuestro organismo. Para prevenir la deshidratación y otros efectos adversos, es esencial diluirla antes de su consumo. Las recomendaciones comunes sugieren una dilución de tres partes de agua dulce por una parte de agua de mar.
En términos de dosis, aunque no existen pautas estrictas, generalmente se aconseja consumir entre 2 a 6 ampollas de agua de mar procesada al día. Para un adulto sano, no se sugiere superar los 100 ml de agua de mar en un día. Para quienes comienzan con esta práctica, es prudente iniciar con cantidades pequeñas y observar cómo reacciona el organismo.
El agua de mar puede ser incorporada en la dieta de diferentes maneras, siendo versátil tanto en bebidas como en la cocina. Algunas sugerencias son:
Mariscos y pescados:
Se pueden cocinar utilizando agua de mar, lo que potencia su sabor y enriquece su composición nutricional.Pastas y arroces:
Es recomendable utilizar agua de mar en una proporción del 30% durante su cocción.Verduras:
Se puede limpiar y cocer verduras con agua de mar, conservando su frescura y añadiendo nutrientes sin necesidad de utilizar sal común.
El mercado ofrece diversas opciones de agua de mar embotellada que han sido sometidas a procesos de filtrado y purificación. Estas presentaciones garantizan un consumo seguro al eliminar contaminantes y microorganismos dañinos. Al elegir agua de mar embotellada, es recomendable comprobar la procedencia y que esté certificada por organismos que garanticen su calidad. Asegurarse de que el producto sea natural y no contenga aditivos es clave para disfrutar de los beneficios de esta fuente mineral.
Efectos y precauciones
El consumo de agua de mar puede ofrecer beneficios, pero es fundamental abordar los posibles efectos adversos y las precauciones necesarias. Esto asegura una experiencia positiva y segura para quienes busquen integrar este recurso en su dieta. El consumo excesivo de agua de mar o su ingestión sin la debida precaución puede acarrear varios efectos adversos. La alta concentración de sal puede provocar deshidratación en lugar de rehidratación, ya que el sodio en niveles elevados altera el equilibrio hídrico del organismo. Otros posibles efectos incluyen:
Calambres musculares.
Náuseas y malestar estomacal.
Aumento de la presión arterial.
Alteraciones en la función renal en personas susceptibles.
Por ello, es aconsejable monitorear las reacciones del cuerpo y reducir la ingesta si se producen molestias. Aquellos que padecen hipertensión arterial, enfermedades renales o trastornos tiroideos deberían evitar su consumo o consultar a un profesional de la salud. La sal puede agravar estas condiciones y ocasionar complicaciones. Cada caso es único, y un médico puede proporcionar orientación personalizada.
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