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Menopausia y salud integrativa: una ventana a la autoinmunidad y los trastornos metabólicos

Por Fernando Aparicio.

La menopausia es una etapa vital en la vida de la mujer que marca el final de la función ovárica reproductiva. Se diagnostica tras 12 meses sin menstruación y suele ocurrir entre los 45 y 55 años, aunque su proceso de transición -la perimenopausia- puede extenderse durante varios años.

Entender la menopausia más allá de los sofocos

Más allá de los síntomas clásicos como sofocos, sudoraciones o alteraciones del ciclo, la menopausia implica una reorganización fisiológica profunda que involucra:

-El sistema endocrino, por los cambios en estrógenos y progesterona.

-El sistema nervioso, que ajusta sus ritmos circadianos y neurotransmisores.

-El sistema inmunológico, que pierde parte de su regulación fina.

El metabolismo, que se vuelve más sensible a la inflamación y a la resistencia a la insulina.

Por lo tanto, la menopausia no es únicamente un evento ginecológico, sino un cambio sistémico que puede convertirse en una oportunidad de prevención o, por el contrario, en el desencadenante de diversas patologías si no se acompaña adecuadamente.

La pérdida de progesterona y el impacto inmunológico

En la perimenopausia y la menopausia, uno de los cambios más destacados es la disminución progresiva de la progesterona. Esta hormona, además de regular el ciclo menstrual, tiene funciones inmunomoduladoras.

Su pérdida se asocia con síntomas como:

  • Ansiedad, palpitaciones y alteraciones del sueño.
  • Mastalgia (dolor de mamas) y migrañas.
  • Sudores nocturnos y reglas irregulares.

Pero lo más relevante es que al caer la producción de progesterona, se altera el equilibrio del sistema inmune. Esto genera un contexto en el que pueden aparecer o exacerbarse procesos autoinmunes que hasta ese momento estaban silentes.

La autoinmunidad ocurre cuando el sistema inmune pierde tolerancia y comienza a atacar tejidos propios. La menopausia, al modificar el balance hormonal y la inmunidad, puede actuar como un “gatillo biológico”.

Algunas condiciones que se hacen más frecuentes o se diagnostican en esta etapa son:

  • Tiroiditis de Hashimoto (hipotiroidismo autoinmune).
  • Artritis reumatoide.
  • Lupus eritematoso sistémico.
  • Psoriasis u otras enfermedades inflamatorias crónicas de la piel.

En muchos casos, la menopausia no “crea” la enfermedad, sino que destapa una vulnerabilidad funcional preexistente que se hace evidente en este nuevo entorno hormonal.

Metabolismo y menopausia: el desafío de la inflamación

La menopausia no solo es una etapa de cambios hormonales, también marca un punto de inflexión en la salud metabólica de la mujer. El descenso de estrógenos repercute directamente en el funcionamiento del tejido adiposo, la sensibilidad a la insulina y los procesos inflamatorios, creando un entorno particularmente propenso a desajustes metabólicos.

Metabolismo y resistencia a la insulina

Con la disminución de estrógenos, las células del organismo se vuelven menos sensibles a la insulina. Esto significa que el cuerpo necesita producir más cantidad de esta hormona para regular la glucosa en sangre, un fenómeno conocido como resistencia a la insulina. A largo plazo, esta alteración favorece la acumulación de glucosa y grasa, creando las condiciones ideales para el desarrollo de prediabetes y diabetes tipo 2.

Grasa visceral: más que un asunto estético

Durante la menopausia, cambia la distribución de la grasa corporal, concentrándose con mayor facilidad alrededor del abdomen. Esta grasa visceral es metabólicamente activa: libera moléculas proinflamatorias y afecta a órganos internos como el hígado y el páncreas, lo que potencia la resistencia a la insulina y el riesgo cardiovascular.

Alteraciones en el perfil lipídico

Otro factor clave es el impacto en colesterol y triglicéridos. Se observa con frecuencia una disminución del colesterol HDL (el “protector”) y un aumento del colesterol LDL y los triglicéridos, lo que empeora el equilibrio lipídico. Este escenario acelera la aterosclerosis, la inflamación vascular y, en consecuencia, la probabilidad de enfermedad cardiovascular.

Inflamación de bajo grado

Todos estos cambios se acompañan de una inflamación crónica y silenciosa. No se trata de una inflamación aguda como la que ocurre frente a una infección, sino de un estado sutil y persistente que afecta a tejidos y órganos. Esta inflamación de bajo grado es un denominador común que se vincula a la obesidad, la resistencia a la insulina y los trastornos cardiovasculares.

El conjunto de estos cambios explica por qué la menopausia es una etapa de mayor vulnerabilidad metabólica y cardiovascular. El riesgo de desarrollar:

  • Síndrome metabólico, caracterizado por la presencia simultánea de obesidad abdominal, hipertensión, glucosa elevada y alteraciones del colesterol.
  • Diabetes tipo 2, derivada de la persistente resistencia a la insulina.
  • Enfermedad cardiovascular, consecuencia de la combinación entre dislipidemia, grasa visceral e inflamación crónica.

Una mirada integrativa para prevenir y acompañar

La menopausia no es una enfermedad, sino un proceso fisiológico de transición. Sin embargo, puede convertirse en un punto de inflexión para la salud.

Un abordaje integrativo que incluya nutrición con alimentos frescos y ecológicos, actividad física regular y una adecuada gestión del estrés, se convierte en una estrategia clave para proteger el metabolismo y reducir riesgos en esta etapa.

La menopausia es mucho más que un cambio hormonal. Es una etapa en la que se redefine el metabolismo y la inmunidad, y donde se hacen visibles vulnerabilidades que pueden dar lugar a autoinmunidad o problemas metabólicos. 

Reconocer esta relación es clave para pasar de la reacción al cuidado preventivo, y para acompañar a las mujeres en un proceso que, bien gestionado, puede convertirse en un camino hacia el bienestar y la resiliencia.

Algunos consejos:

  • Las hormonas no van solas: Antes de pensar en ella atiende al sistema inmunológico.
  • Eliminar los procesos de inflamación en el organismo será un avance en la mejora de la menopausia.
  • Trabajar el metabolismo desde la alimentación baja en carbohidratos y el ejercicio físico desafiante es la gran herramienta para tu menopausia.
  • Encontrar nuevos espacios personales, atenderte desde la intimidad, valorar tus necesidades, es clave en el buen funcionamiento del sistema nervioso en esta fase.



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