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Alergias alimentarias

¿Por qué aumentan y cómo podemos prevenirlas?

En las últimas décadas, hemos sido testigos de un fenómeno preocupante y cada vez más frecuente: el aumento de las alergias alimentarias, tanto en niños como en adultos. Lo que antes era una rareza, hoy es motivo de consulta habitual en pediatras, alergólogos y nutricionistas. 

¿Por qué ocurre esto? ¿Qué ha cambiado en nuestro entorno y en nuestros hábitos para que el sistema inmunológico reaccione de manera exagerada ante alimentos que, en teoría, deberían ser inofensivos?

En Espacio Orgánico queremos profundizar en este tema, explorar sus causas y, sobre todo, ofrecerte herramientas prácticas para cuidar tu salud y la de tu familia.

¿Qué son las alergias alimentarias?

Antes de analizar por qué están en aumento, es importante entender qué es una alergia alimentaria. Se trata de una reacción adversa del sistema inmunológico ante ciertas proteínas presentes en los alimentos. 

El cuerpo identifica erróneamente estos compuestos como amenazas y desencadena una respuesta defensiva que puede ir desde síntomas leves (picor, urticaria, congestión nasal, molestias digestivas) hasta reacciones graves como la anafilaxia, que puede comprometer la vida.

Entre los alimentos que más alergias provocan se encuentran:

• Leche y derivados lácteos

• Huevos

•  Frutos secos (nueces, almendras, avellanas, cacahuetes etc.)

•  Pescado y mariscos

•  Trigo y gluten

•  Soja

Sin embargo, cualquier alimento puede ser potencialmente alergénico, y la lista de desencadenantes sigue creciendo a medida que se estudia el fenómeno.

Las cifras hablan por sí solas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las alergias alimentarias han aumentado entre un 50% y un 100% en los últimos 20 años en países industrializados.

En España, se estima que entre el 3% y el 8% de los niños y hasta el 4% de los adultos presentan algún tipo de alergia alimentaria, y la tendencia sigue al alza.

Este fenómeno no es exclusivo de nuestro país sino que se observa en todo el mundo occidental. ¿Por qué? La respuesta es compleja y multifactorial, pero existen varias líneas de investigación que nos ayudan a entender el contexto.

1. Cambios en el estilo de vida y la alimentación

Vivimos más deprisa, comemos fuera de casa con asiduidad y recurrimos con frecuencia a alimentos ultraprocesados, ricos en aditivos, conservantes y azúcares refinados. Nuestra dieta se ha empobrecido en variedad y calidad nutricional. 

El consumo excesivo de los mismos alimentos, especialmente desde la infancia, puede saturar el sistema inmunológico y favorecer respuestas alérgicas.

2. Sobreexposición y falta de diversidad alimentaria

La sobreexposición a ciertos alimentos (por ejemplo, el trigo o la leche, presentes en multitud de productos industriales) y la falta de rotación en la dieta pueden hacer que el organismo los perciba como “enemigos”. 

El sistema inmune, diseñado para reconocer y tolerar una amplia gama de alimentos, se vuelve más reactivo cuando la alimentación es monótona y repetitiva.

3. Contaminación ambiental y alteración de la microbiota

La contaminación del aire, el agua y los suelos, así como el uso masivo de pesticidas y productos químicos tóxicos en la agricultura, también influyen en la salud inmunológica. 

Además, el abuso de antibióticos y el estrés crónico alteran la microbiota intestinal, esa comunidad de microorganismos que juega un papel clave en la tolerancia alimentaria y la regulación del sistema inmune.

4. Higiene excesiva y “teoría de la higiene”

Paradójicamente, la obsesión por la limpieza y la desinfección puede estar detrás del aumento de las alergias. Según la “teoría de la higiene”, la falta de exposición a microorganismos en la infancia impide que el sistema inmunológico aprenda a diferenciar entre sustancias inocuas y peligros reales. 

El resultado es una mayor propensión a desarrollar alergias y enfermedades autoinmunes.

5. Cambios en la producción de alimentos

La industrialización de la agricultura y la ganadería ha modificado la composición de los alimentos. Los animales criados en granjas intensivas reciben piensos impropios, antibióticos y hormonas, lo que altera la calidad de la leche, la carne y los huevos

Las frutas y verduras, por su parte, pueden contener residuos de pesticidas y carecer de la riqueza nutricional de antaño.

6. Estrés y factores emocionales

No podemos olvidar el impacto del estrés crónico y las emociones en la salud inmunológica. El ritmo de vida actual, la presión laboral y la falta de descanso debilitan nuestras defensas y pueden favorecer respuestas alérgicas.

¿Qué síntomas pueden indicar una alergia alimentaria?

Las manifestaciones de una alergia alimentaria son muy variadas y pueden afectar a diferentes órganos y sistemas. Entre los síntomas más frecuentes destacan:

  • Urticaria, eccema o enrojecimiento de la piel
  • Hinchazón de labios, lengua o párpados
  • Dificultad para respirar, tos o asma
  • Dolor abdominal, diarrea, vómitos o náuseas
  • Congestión nasal, estornudos o picor de garganta

En casos graves, anafilaxia (una reacción sistémica que requiere atención médica urgente)

Es importante diferenciar entre alergia e intolerancia alimentaria. Mientras que la alergia implica una respuesta inmunológica inmediata y potencialmente peligrosa, la intolerancia suele deberse a la incapacidad de digerir ciertos componentes (como la lactosa) y sus síntomas son menos graves, aunque molestos.

Aunque la predisposición genética juega un papel importante, los factores ambientales y los hábitos de vida son determinantes en el desarrollo de alergias. La buena noticia es que existen estrategias para reducir el riesgo, especialmente en niños pequeños, y mejorar la tolerancia a los alimentos:

1. Varía tu alimentación desde la infancia

La diversidad es clave. Introducir una amplia gama de alimentos desde los primeros meses de vida ayuda al sistema inmunológico a reconocerlos como “amigos” y no como amenazas. 

Evitar el consumo excesivo y repetitivo de los mismos alimentos (por ejemplo, desayunar siempre pan con leche) puede prevenir la sensibilización.

2. Prioriza alimentos naturales y frescos

Los alimentos ultraprocesados, las harinas refinadas y los productos con aditivos sintéticos pueden aumentar la inflamación y debilitar la barrera intestinal. Opta por frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos y proteínas de calidad, preferiblemente ecológicos y de proximidad.

3. Introduce alimentos alergénicos en el momento adecuado

Durante años se recomendó retrasar la introducción de alimentos potencialmente alergénicos (como el huevo o el pescado) en la dieta infantil. 

Sin embargo, muchos médicos -como Marty Makary, cirujano y profesor de salud pública en la Universidad Johns Hopkins- y otros especialistas, sugieren que hacerlo puede aumentar el riesgo de alergia. Lo ideal es introducir estos alimentos de forma progresiva y bajo supervisión pediátrica, entre los 6 y 12 meses de vida.

4. Cuida tu microbiota intestinal

El intestino es el principal órgano inmunológico del cuerpo. Una microbiota sana y diversa protege frente a alergias y enfermedades autoinmunes. Para mantenerla en equilibrio, incluye en tu dieta alimentos fermentados (yogur, kéfir, chucrut, kombucha), fibra prebiótica (plátano, alcachofa, puerro) y limita el uso innecesario de antibióticos.

5. Apuesta por una dieta antiinflamatoria

La inflamación crónica de bajo grado es un factor de riesgo para el desarrollo de alergias. Incorpora a tu dieta alimentos ricos en omega-3 (pescado azul, semillas de chía, nueces, aguacate), frutas y verduras de todos los colores, especias como la cúrcuma y el jengibre, y reduce el consumo de azúcares, grasas trans y productos industriales.

6. Fomenta el contacto con la naturaleza

El contacto regular con la tierra, las plantas y los animales favorece la maduración del sistema inmunológico, especialmente en la infancia. Pasear por el campo, cultivar un huerto o tener mascotas puede ser más beneficioso de lo que imaginas.

7. Gestiona el estrés y cuida tu descanso

El estrés crónico debilita las defensas y favorece la inflamación. Practica técnicas de relajación, yoga, meditación o respiración consciente. Prioriza el descanso nocturno y busca momentos de desconexión digital.

Si tú o algún miembro de tu familia presenta síntomas compatibles con una alergia alimentaria, es fundamental acudir a un profesional de la salud. El diagnóstico se basa en la historia clínica, pruebas cutáneas y análisis de sangre. Nunca elimines grupos de alimentos sin supervisión, ya que podrías provocar carencias nutricionales.

El papel de la alimentación ecológica

En Espacio Orgánico creemos que la alimentación es mucho más que una fuente de nutrientes: es una herramienta de prevención y autocuidado. Apostar por alimentos ecológicos, locales y de temporada no solo reduce la exposición a pesticidas y aditivos tóxicos, sino que también respeta el medio ambiente y apoya a los pequeños productores.

La alimentación consciente implica escuchar a tu cuerpo, respetar tus necesidades y disfrutar del acto de comer como un ritual de bienestar. Aprender a leer etiquetas, cocinar en casa y compartir la mesa en familia son gestos sencillos que pueden mejorar tu modo de nutrirte.

El aumento de las alergias alimentarias es un reflejo de los cambios en nuestro entorno, nuestros hábitos y nuestra relación con la naturaleza. No se trata de vivir con miedo, sino de informarnos, escuchar a nuestro cuerpo y apostar por una alimentación más variada, natural y consciente.

En Espacio Orgánico te acompañamos en este camino, ofreciéndote productos ecológicos, asesoramiento nutricional y talleres para toda la familia.


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